La importancia de las palabras.

Cuando tienes algo ¿ese algo forma parte de ti?

Esta pregunta ha acudido mil veces a mi cabeza y siempre ha venido después de la misma conversación:

  • Ah, entonces ¿eres diabética?
  • No, tengo diabetes
  • Pues eso, eres diabética
  • No, no SOY diabética, TENGO diabetes (con mayúsculas acentuadas)
  • ¿No es lo mismo?

Si nos atenemos a la definición del diccionario, tanto ser diabético como tener diabetes,  serían correctos.

Pero yo no quiero hablar  desde un punto de vista gramatical, ya sabéis que lo mío es un punto de vista mucho más emocional y ahí es donde radica para mí la gran diferencia.

Una ya tiene una edad y tiene el culo pelado de experiencias acumuladas, entre esas experiencias está el verme en situaciones en las que he tenido que responder a la pregunta ¿quién eres?

Definir quien soy me cuesta,  eso supone mirar hacia adentro y reflexionar sobre qué es lo que me define. Y aunque no vaya a entrar en detalles en este momento, tengo claro, que cuando hablo de mí, en mi respuesta nunca está la palabra diabética porque, con la mano en el corazón puedo decir, que la diabetes no define la persona que soy.

Es como si cuando tengo catarro paso a ser una mocosa tosedora.

Aquí alguien puede decir: claro pero el catarro se cura y la diabetes no.

Razón no te falta. Pero no dejan de ser enfermedades. Ambas condicionan tus hábitos, pero no absorben tu personalidad en ninguno de los dos casos.

Para mí me resulta triste no tanto que digan que soy diabética si no el hecho de que no se vea la diferencia cuando digo que tengo diabetes. (Voy a tener que empezar a conjugar los verbos en sarcasmo de indicativo a ver si así me toman un poco más en serio)

A veces da la sensación de que estamos jugando al teléfono escacharrado y la comunicación se torna cuanto menos incómoda para mí.

Y peor aún es cuando lo oigo en mis propias palabras, porque sí, lo digo. Está tan normalizado utilizar el ser en lugar de el tener que hasta a mí se me confunden los términos.  Y es como si me tirara una piedra a  mí misma.

Me duele porque es como si asumiera que la diabetes ha vencido una batalla más y ya forma parte de mi persona y por mis cojones que no va a ser así.

Cada día es un reto a nivel de diabetes, y sin duda ha condicionado mis rutinas y lo seguirá haciendo con el paso del tiempo, porque mi cuerpo cambia (que bonito eufemismo para decir que me hago mayor) y la tecnología también.  Pero nunca va a invadir la persona que soy (salvo en momentos de hiperglucemia en los que saco el dragón que llevo dentro) porque yo soy algo más que un páncreas no funcional.

Soy MartaH, con mis carencias y mis virtudes. Y no, mi páncreas no me define igual que no lo hacen mis pies o mis orejas.

Así que desde aquí os pido una pizca de cuidado con el lenguaje, porque hay palabras que hacen tanto daño como las agujas y repetidas continuamente hacen mella.

Tengo diabetes, sin más.

Basta ya de etiquetas. Si se las corto a la de la ropa, no quieras pensar lo que hago con las que me cuelgan en el páncreas.

¿Qué o quién soy? Una persona, esa es mi definición.

Nos leemos entre pinchazos. Besos dulces.


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