Ahora que ya parece que vamos retomando poco a poco nuestra vida habitual, yo he retomado mis quebraderos de cabeza y mis reflexiones sin azúcar sobre lo que me supone la diabetes en mi vida.

Y esta semana he llegado a otra conclusión de algo que ha traído la diabetes a mi vida en grandes cantidades.

Y no es otra cosa que paciencia (lo sé, mucho misterio no le he puesto al tema con el título de la entrada).

Esto de la paciencia es algo común al conjunto de los mortales aunque en diferentes grados, Hay gente que la tiene desgastada de tanto usarla y otra que la tiene sin estrenar e incluso perdida porque cuando se la dieron en el reparto de cualidades ya sabía que uso no le iba a dar y la guardó en un cajón que ahora no recuerda.

Pero es que yo con esto de pensar me he dado cuenta de que en la diabetes nos pasamos el día esperando y teniendo paciencia a cascoporro.

También es verdad que con el tiempo y los avances, los tiempos de espera en general se han ido reduciendo, pero ahí siguen, poniendo a prueba nuestra paciencia.

Paciencia en los dedos

Cuando me diagnosticaron la diabetes allá por principios de los 90 recuerdo que cuando me hacía un capilar tenía que esperar 2 minutazos para ver el resultado. Y no eran los dos minutos, que es una barbaridad de tiempo visto hoy en día, es que tenía que poner la gota en la tira, activar el glucómetro, al minuto pitaba y tenía que limpiar la gota de la tira y entonces la ponía en el glucómetro, que otro minuto después, me daba la lectura.

Menos mal que con el tiempo se ha ido reduciendo ese tiempo, pero bueno, aún son 5 segundo de paciencia los que toca tener cada vez que lo comprobamos.

Hipo paciencia

Y qué vamos a decir de corregir las hipoglucemias, si le hemos puesto nombre y todo a esa espera, la regla del 15 – 15. Tomar 15 gr de HC de absorción rápida y espera 15 minutos.

A mí se me llevan los demonios en esos momentos, querer comerme hasta el cartón del zumo porque mi cuerpo me lo pide y tener que ponerme una alarma para saber seguro que han pasado 15 minutos es una agonía.

Esto solo me pasa con las hipoglucemias con síntomas, ya sabéis que por lo general para mí son bastante asintomáticas y esta gestión de mi paciencia no es muy habitual. Será por eso que la llevo tan mal cuando las noto, la falta de costumbre.

La hora de esperar a comer

Pero ahí no dejamos de ejercitar la paciencia, que va, en un nivel muy top están los tiempos de espera antes de las comidas.

Los odio a muerte.

No tanto por el hecho de esperar, a eso ya estoy acostumbrada, o a tener hambre, si aguanto los ataques caníbales de las hipoglucemias, esto es pecata minuta, es que para calcular el tiempo que tengo que esperar en la comida, tengo que empezar antes del desayuno con las cuentas para que no me dé la hora de la cena.

 A tener en cuenta: el nivel de glucosa en ese momento, lo que vas a comer, si son HC de rápida absorción o lenta, el tipo de insulina (rápida o súper rápida)  el índice glucémico, las grasas, las proteínas, si es martes incluso si está lloviendo.

Si es que da pereza de comer solo por no tener que hacer tanto cálculo.

Yo al poner la mesa, pongo cubiertos, plato, vaso, calculadora, balanza, papel y boli.

Alguna asignatura de la carrera de matemáticas debería tener convalidada con tanto cálculo, ahí lo dejo.

Y si esto os parece que ya es mucha práctica en el arte de tener paciencia, aún me queda mi top más top.

Las hiperglucemias….

Para los capilares la espera es pequeña, las hipoglucemias en 15 – 20  minutos debemos estar en unos niveles aceptables, la espera puede ser más menos larga pero raro será que se alargue mucho más de los 30-45 minutos, pero es que con las hiperglucemias hay que agarrarse los machos pero bien agarrados, porque vienen curvas y van para largo.

En mi caso, cuando supero los 200 y no es el pico justo después de comer (que tiende a bajar sin necesidad de hacer nada) entro en pánico.

Tengo la incertidumbre certera de que no sé cómo gestionarlo porque me da la sensación de que siempre acabo cagándola.

Y si acaba cagándola es porque me puede el ansia de querer ver esa flecha de tendencia bajando.

Mi cabeza se pone a tope en el momento que ve algo muy por encima de lo habitual y sobre todo en momentos en que no debería estar ahí.

La he cagado en algo (ya tocará revisar después en qué) pero ahora es el momento de tomar decisiones.

Poner insulina, hacer ejercicio, ambas. La decisión será de cada ocasión y de cada cifra, pero si hay algo común a todas las hiperglucemias es que hay que esperar mucho a que se corrija.

La insulina no empieza a hacer efecto de forma inmediata y como estés en tendencia a subir, olvídate de ver esa curva bajando en poco tiempo, pero es que estando estable, olvídate de ver es curva bajando en poco tiempo. Sea como sea, hay que esperar y tener paciencia.

La paciencia es una gran virtud y es mejor emplearla a fondo para estas situaciones porque si no ya sabes que esto va a acabar en el lado contrario.

Me agobia mucho verme durante horas fuera de rango y no sería la primera vez que esa ansia me ha llevado a corregir en exceso y si en algún punto la había cagado y me había ido a las nubes, en el punto de sobre corrección sabes perfectamente el motivo por el que le has cagado y las consecuencias.

Creo que el ejercicio de la paciencia debería estar también pautado para corregir hiperglucemias porque al final en mi caso quiero estar en rango el mayor tiempo posible y si yo misma me pongo palos en las ruedas, al único sitio al que llego desde esas nubes es al más profundo de los infiernos.

Así que si alguna vez doy malas contestaciones o soy borde o demuestro prisa, sinceramente, no es falta de paciencia, es que se me ha gastado ese día de tanto usarla.  


Como siempre estáis invitados a dejar vuestros comentarios abajo tanto para alabarme el gusto como para ponerme a parir. Todos sois bien recibidos, salvo el spam.

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Nos leemos entre pinchazos. Besos dulces

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2 comentarios

Eva · 5 junio, 2020 a las 23:13

Totalmente de acuerdo paciencia infinita que a veces se agota

    LadyBlue · 9 junio, 2020 a las 07:16

    Sin duda alguna, la tenemos gastada de tanto uso que le damos 😉

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