GalletasConVeneno cumple un año. Qué rápido pasa el tiempo, madre mía.
Hace un año me dieron una url, un usuario y una contraseña y una frase: ya está todo listo, puedes empezar a escribir.
Laprimera entrada fue “El origen de todo esto” Sigo recordando con mucho cariñoese momento porque fue el inicio de algo totalmente incierto.

No sabía si sería capaz. Me marqué un objetivo para mí ambicioso, que era publicar una entrada a la semana.
Al principio ni siquiera me planteaba hacerlo un día concreto de la semana. Yo escribía, corregía, le daba forma y cuando pensaba que era aceptable, publicaba la entrada.
Era todo muy improvisado y sobre la marcha.
Pero disfrutaba. Era feliz cuando escribía.
Poco después empecé a usar las redes sociales y para mí eso fue un revulsivo. No por el hecho de que más gente conocería la web, eso fue algo secundario. Las redes sociales me han dado algo que ni me había planteado que podía tener.
A nivel personal, había usado mucho Facebook hasta que me cansé de la sensación de enganche que tenía y lo eliminé.
Nunca he sido contraria a las redes sociales, pero llegué a un punto en mi vida que dudé de su utilidad. Si quería mantenerme en contacto con alguien, no veía la necesidad de hacerlo viendo las fotos que ponían del fin de semana o a través de comentarios que muchas veces ni siquiera entendía el contexto.
Pero todo cambió cuando a través de Twitter vi a cuanta información tenía acceso en tiempo real en referencia a la diabetes y a lo que se cocía a nivel de avances y tecnología.
Luego llegó Instagram y ya fue como encontrarme un unicornio.
Yo siempre me he ido hacia la parte emocional de mi diabetes porque por mucho que luche con las cifras de azúcar, por estar estable y por estar en rango, dentro de mí hay una lucha incluso más cruenta. La de mis emociones respecto a la diabetes.
Lo he dicho mil veces y lo repetiré mil más, esto no me gusta y no lo acepto como parte de mi vida. Está ahí, sí, de eso no hay duda, pero solo lo asumo. La aceptación aún no tiene lugar dentro de mí.
Instagram me ha llenado parte de ese vacío que siempre he tenido y es la sensación de soledad.

A pesar de que una de mis mejores amigas tiene diabetes (otro hecho que marcó una gran diferencia en mi vida, para bien) mi manera de ser (que es un poco como para dentro) me ha hecho aislarme del mundo en este plano.
La diabetes era mía y de nadie más. Le quitaba relevancia en mi vida, guardándola en un cajón al que sólo yo tenía acceso.
El blog era algo anónimo pero Instagram no. Poco a poco me empecé a sentir fuerte y para mí subir la primera foto en la que aparecía mi cara fue dar un paso adelante muy importante.
Vosotros no lo sabéis (cosa muy normal) pero soy una persona bastante tímida y reservada. Normalmente la primera impresión que doy, en el cara a cara, es: vaya tía borde.
Soy de tendencia a decir las cosas de modo directo y a dar muy poco de mí a la gente. La sutileza es un arte que yo no manejo.
Tener confianza en mí misma para dar un poquito de mi a los demás, me lleva tiempo, mucho, quizá más de lo estándar. En resumen, mis habilidades sociales son prácticamente nulas llegando a puntos de pasarlo muy mal.
En Instagram habéis conseguido que esto sea diferente. Ahí no me siento sola en absoluto. Me siento acompañada y totalmente arropada por muchísima gente que ni me conoce pero que hablamos con la confianza que da el sentirse parte de algo grande.
La diabetes nos une en un círculo enorme lleno de colores (no sólo azul) y a mí eso me da mucha “peace of mind”

Por eso estoy feliz por cumplir este año junto a vosotros y espero y deseo que dentro de un año, podamos seguir contando Historias con diabetes, porque esas historias las formamos todos cada día. Yo solo me encargo de ponerles algo desarcasmo.
Como siempre estáis invitados a dejar vuestros comentarios abajo tanto para alabarme el gusto como para ponerme a parir. Todos sois bien recibidos, salvo el spam.
Nos leemos entre pinchazos. Besos dulces.

0 comentarios