Hoy  tenía pensado hablaros de mi reciente paso por la consulta de la educadora.

Pero he visto algo esta semana en redes sociales que me ha cabreado mucho y no me quiero callar.

El martes en el perfil de Instagram @unamadrenoserinde vi una imagen con una frase que decía así:

Rechazada por tener diabetes tipo 1.

Leí su post (lo tenéis enlazado arriba) y escuché en sus historias lo que tenía que contar y tristemente tengo que decir que no fue algo ni extraño, ni desconocido para mí. Pero hoy no quiero hablar de mi experiencia, ya lo hice en su momento y sinceramente no quiero hablar de mí.

Hoy quiero lanzar una reflexión general sobre la sociedad en la que vivimos porque veo que las generaciones no evolucionan.

Los mismos miedos y prejuicios de hace 40 años siguen tan presentes hoy como lo estaban entonces.

El miedo a lo que no conocemos o no entendemos nos lleva por los mismos caminos erróneos que andamos desde hace muchos años.

Hace 40 años había un acceso menos fácil que hoy a la información, la ignorancia al menos tenía esa excusa, pero ¿qué excusa tenemos en este momento?

No me gusta buscar culpables, prefiero buscar soluciones, me parece más productivo, pero ¿qué solución se le puede dar a no querer saber algo?

Si en la voluntad de alguien no está el entender y prefiere mantener y perpetuar prejuicios ¿Cómo solucionamos eso?

Se nos llena la boca con frases rimbombantes en las que la palabra inclusión la pronunciamos en mayúsculas pero a la hora de la verdad seguimos siendo una sociedad que discrimina, a todos y a todas.

Porque cada persona es diferente en sus diferencias personales. Cada persona es única.

Y lo diferente no nos gusta. Y no nos gusta porque nos asusta.

Molestarnos en apreciar las diferencias es costoso y además nos supone salir de nuestra zona de confort. No debe merecer la pena, visto lo visto.

Me llena de ira el hecho de que en este caso concreto la discriminación haya venido del hecho de tener diabetes.

Es discriminar a alguien por algo genético. Preparaos los de los ojos azules, sois los siguientes.

Es discriminar a alguien por tener una enfermedad. Ojito con los catarros que se acerca el invierno y visto lo visto no van a librar.

Es discriminar a alguien por llevar una mochila más grande que el resto. Pobre Mary Poppins.

Es pretender culpar a alguien porque su sistema inmunitario falló por un motivo desconocido.

Mientras no nos interese entender, no lo haremos y seguiremos viendo casos así que nos romperán el corazón. Sobre todo cuando hablamos de niños.

Inocente de mí pensaba que estas cosas  pertenecían al pasado. Pero, hostia de realidad. Siguen presentes.

Y la peor conclusión que saco es que no va a ser cuestión de unos días encontrar la solución a esto, sobre todo porque la solución está en cada uno y parecemos anclados en no querer entender, empatizar, aprender…

Hoy escribo breve, triste y cabreada. Pero así es la diabetes. Cada día diferente y hay que adaptarse a lo que viene.

Me gustaría decirle a Eva (@unamadrenoserinde) que me ha encantado cómo ha gestionado la situación. Hoy nuevamente me deja claro que una madre no se rinde.

Hoy la lucha, tiene una nueva cara y esta no es en forma de aguja.


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