Antes de empezar este cuento, te recomiendo que si no conoces a nuestras protagonistas, pases antes por su primera historia para que sepas cómo se conocieron (pincha aquí)

lazo azul regalo navidad

Cuando la Navidad pasa de blanca a azul

Otra noche que no podía dormir, llevaba varias así. Estaban a punto de empezar las vacaciones y ya notaba el cansancio acumulado. Pero no era eso lo que le impedía dormir. Lo que le agobiaba era lo que hasta entonces habían sido unas fechas mágicas. La Navidad.

Para la aprendiz de princesa la Navidad siempre había supuesto juntarse con su prima y comer como si no hubiera mañana (así estaba ella de hermosa, por no comer no era, eso seguro). Su plato favorito: el turrón de chocolate desde antes de empezar a cenar.

niña navidad

Llegaba a casa de sus abuelos con toda su familia y allí estaba su prima y lo primero que hacían era ir a la bandeja que siempre tenía su abuela en el salón llena de dulces navideños y coger turrón de chocolate.

Pero ese año ya nada era igual. El verano había supuesto una ruptura en su vida. Y ahora llegaba un momento difícil.

Imposible dormir.

Creyó oír un ruido y se levantó de la cama. Si había algo que ganaba a su pereza, era su curiosidad.

Al ir a la cocina la volvió a ver allí. Ahora ya sabía de qué iba el tema y quería aclarar las cosas.  La única vez que habían hablado hasta ese momento se quedó con más preguntas que respuestas y eso no podía quedar así.

Sin decir ni tan siquiera hola, la aprendiz de princesa se dirigió a ella:

  • ¿Así voy a ser de mayor? El escaneo que le hizo no fue precisamente sutil (disimular no era lo suyo, su cara siempre la delataba)
  • Más o menos. Por la ropa puedes estar tranquila, no es lo que se lleva. 
  • Pues sí, menos mal, porque no me gusta nada la ropa que llevas. ¿Por qué has vuelto? Y sobre todo ¿Por qué no me explicaste lo que me iba a pasar? Estuve un mes en el hospital y en el pueblo “la Jeto” dijo que ya no quería ir conmigo por si le contagiaba. Es muy tonta, ya no quiero ser más su amiga. Tú lo sabías pero no me lo dijiste.
  • Claro que lo sabía, recuerda, ya he pasado por eso y por muchas más cosas. Pero no te puedo contar nada. Vengo a verte cuando te noto nerviosa para que puedas hablar con alguien, pero no te puedo contar cómo va a ser tu vida. Tienes que vivirla tú y eso va a suponer caerte y levantarte muchas veces. Pero no porque tengas diabetes, es porque así es la vida de todas las personas. No siempre van bien las cosas, pero ahí está cada persona para afrontar el reto que supone vivir su propia vida.

Un silencio incómodo se hizo dueño por un momento de la cocina, pero la aprendiz siempre sabe qué decir

  • Pues vaya puta mierda. No me ayudas mucho la verdad.

No pudo evitar reírse la guerrera azul. Sabía perfectamente cuál iba a ser su reacción, pero no se recordaba a sí misma con ese lenguaje. Normal que su madre le dijera que parecía que se había tragado un camionero.

  • ¿Tú crees? Eso sería cómo si te pusieras a ver una película y yo te dijera lo que va a pasar antes del final. ¿Te apetece eso?- Sabía que su argumento no era bueno y que no la iba a convencer, pero había que intentarlo.
  • No me importa que me destripen una película, sobre todo cuando no me está gustando…

Para la guerrera no era fácil escuchar algunas cosas, mantenía una sonrisa por fuera, pero por dentro había momentos en que su corazón se rompía. Era como vivir por segunda vez toda la frustración que le trajo la diabetes de golpe.

Iba a verla porque sabía que esa frustración la iba a perseguir y a dañar de manera cruel durante mucho tiempo. No lo podía evitar, lo sabía. El futuro de la aprendiz no se podía cambiar igual que la guerrera no podía cambiar su pasado. Era una historia común e inalterable vista desde diferentes ángulos.

  • Dime una cosa Marta, ¿por qué no puedes dormir? Llevas varias noches así. ¿Qué te ronda la cabeza? Sabía que si no le preguntaba, la pequeña no hablaría. Lo de hablar de lo que sentía no era su fuerte y menos hacerlo por voluntad propia.
  • Te lo cuento, pero no lo digas por ahí ¿vale? No quiero que llegue la Navidad. Su mirada se posó en el suelo y nuevamente el silencio se hizo dueño de la situación por un instante.
  • Lo entiendo. Ha habido muchos cambios en estos meses y va a ser diferente a lo que venía siendo hasta ahora. Pero sigue siendo Navidad. Siempre te ha gustado ir a casa de los abuelos y juntaros todos. Además este año hay bingo nuevo. Con lo que te gusta jugar (no tanto no ganar pensó para sí misma)
  • Ya claro, pero ¿qué pasa si mi madre no me deja quedarme a dormir? Está muy pesada, no me deja hacer muchas cosas. Cualquier día se presenta en el colegio a ver si me como el almuerzo. Y ha hecho que todo el mundo esté pendiente de mí. No me gusta nada. Este verano casi no he subido al pueblo. En el colegio los profesores están todo el rato preguntando si estoy bien. Y lo peor, lo peor de todo es que ya no puedo comer turrón de chocolate.

Bendita inocencia. El turrón de chocolate es su mayor preocupación… Sabía que no debía reír, para la aprendiz era importante ese detalle. No le preocupaban los pinchazos, los médicos, los análisis, la posibilidad de problemas de salud en el futuro. Para ella sólo existía el ahora, todo lo demás le era lejano (que no ajeno).

A pesar de tener una enfermedad que la acompañaría por el resto de su vida, sus verdadera preocupación eran las pequeñas rutinas que habían desaparecido. No iba a ser una conversación fácil.

  • Llevas razón no habrá turrón de chocolate, pero ¿de verdad te parece lo más importante de la Navidad? ¿Y tu familia? Siempre te ha gustado estar con tu prima en Navidad. ¿En serio crees que tu abuela no va a convencer a tu madre de que te quedes a dormir allí? Ya sabes que a la abuela se le da bien insistir. Eso sí, tienes que poner mucho de tu parte. Piensa en ello como en un ejercicio de confianza. Si este año consigues que vaya bien, el año que viene será más fácil y el siguiente más y más… Tu madre tiene miedo y es muy normal. Eres su niña pequeña, siempre lo serás. Siempre te ha cuidado mucho y ahora lo hará incluso más.
  • ¡Pero es que me agobia un montón!!!  Levantó más la voz de lo que hubiera querido, pero no podía más. Unas lágrimas asomaron a sus ojos mientras ella luchaba por aguantar la marea interna que había en su cuerpo.
  • Y más que lo hará. Es tu madre. Siempre va a estar cuidándote o intentándolo al menos. Por eso te tienes que ganar su confianza. Si ella sabe que tú puedes hacerlo bien sola, te irá dando más libertad, pero esa te la tienes que ganar. No va a caer del cielo así como así.
  • Esto es una puta mierda. Quiero que todo vuelva a ser como antes. No debería haber ido al médico. Así no me habrían dicho nada de la diabetes y yo estaría bien. Agachó la cabeza porque ya no podía aguantar las lagrimas.
  • Para un momento y piensa. Crees que si no hubieras ido al médico, ¿esto no habría pasado?
feliz navidad

Y de momento lo dejamos aquí hasta la semana que viene para ver qué tal ha ido la conversación navideña entre nuestras chicas.


Como siempre estáis invitados a dejar vuestros comentarios abajo tanto para alabarme el gusto como para ponerme a parir. Todos sois bien recibidos, salvo el spam.

Nos leemos entre pinchazos. Besos dulces.


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