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El médico del principio

Quizá muchos de vosotros no os acordéis pero hace no tanto, no era posible elegir a tu médico. De manera supongo que aleatoria y en base al número de  pacientes que tenían, acababas con uno o con otro y siempre con la duda de si el de la consulta de al lado era mejor.

A día de hoy, afortunadamente, eso ha cambiado y tenemos libre elección de médico y menos mal…

monstruo de las galletas diabetico en el medicoCon 26 años llevando el páncreas en el bolso y la diabetes en todo el cuerpo, me ha tocado conocer a muchos médicos, demasiados diría yo y teniendo en cuenta que esto es para siempre, en el caso del endocrino, ha costado encontrar al perfecto.

Porque sí, mi endocrino en este momento es perfecto para mí. Pero ni de lejos ha sido así durante mucho tiempo y siendo un pilar básico en la diabetes, se me ha ocurrido darles el protagonismo que se merecen.

Como ya sabéis que me gusta hacerme la interesante y dado que he pasado por casi todos los endocrinos de Logroño, os voy a escribir una trilogía al respecto que si Tolkien escribió El señor de los anillos, yo no voy a ser menos.

De mi debut ya os he hablado (si no habéis leído esa entrada podéis pinchar aquí para verla) y entré en el hospital con 12 años y salí con 13 un mes después con un nuevo estilo de vida por delante.

Por supuesto esta nueva vida implicaba consultas médicas  bastante frecuentes para ver la evolución y cómo me iba adaptando a mi diabetes.

A día de hoy no sé si seguirá igual y si en otras comunidades también será así, pero allá por los años 90 antes de los 14 años te llevaba un pediatra. De hecho yo estuve ingresada en la planta de pediatría y fue  el mismo médico que conocí allí, el que me llevó hasta que cumplí los 14 años.

Por privacidad y porque lo que aquí escribo son sólo mis opiniones basadas en mis experiencias, no le pondré nombre a ninguno de los médicos que he tenido. Ante todo respeto.

Médico 1 – El pediatra.

osito diabetes pediatra

Cuando eres niño el médico te da miedo (o por lo menos a mí me lo daba) nada bueno podía salir de allí cuando ibas a su consulta y con el último referente tras pasar por una consulta (un mes en el hospital y diabetes de por vida) pues la verdad es que ganas de ir como que no se tienen…

De aquella época tampoco tengo muy pocos recuerdos (ya sabéis lo caprichosa que es la memoria y la mía además de caprichosa funciona casi como mi páncreas) pero si recuerdo que con el pediatra no me sentía incómoda.

A las consultas iba para ver si estaba haciendo bien las cosas y adaptar tratamiento (lo que cambia medico pediatra con taza de cafebastante de tener que ir porque te duele algo)  y en aquella época lo hacía muy pero que muy bien. Recuerdo que siempre me decía que era la niña que mejor control llevaba de los diabéticos que él llevaba desde  pediatría al ver mis análisis.

Para mí eso era un orgullo. Ojalá a día de hoy pudiera decir lo mismo o algo al menos cercano porque ni estoy bien controlada ni estoy orgullosa de ello. Estoy muy lejos de aquel 6% de HbA1c aunque sigo en su busca.

No me gustaba lo de los análisis, sobre todo porque no se hacían en el ambulatorio y tenía que bajar al hospital y eso no estaba cerca de casa, menuda hambre pasaba. Pero bueno, los análisis y las consultas hacían que perdiera algún ratillo de clase que en aquella época hasta una ventaja me parecía (cuánta inocencia madre mía).

¿Qué cosas recuerdo de aquellas consultas?

Que no entendía nada de lo que decía de los resultados de los análisis (menos mal que ahí estaba mi madre para traducirme después) y que siempre me revisaba las zonas de pinchazos de la insulina. Para lo que me tenía que quedar en “sujetador” (lo llamo así porque sea comprensible porque con lo que tardé en desarrollarme hasta que usé uno de verdad pasé por varios sucedáneos).

De esto tengo una anécdota que aún me provoca una sonrisa cuando me viene a la mente de vez en cuando.

Si os habéis quedado con el detalle, estamos hablando de los 90 y las modas no son lo que eran…

Así que imaginar esta escena:

Consulta médica. Llegamos. Conversación inentendible para mí. Revisión de pinchazos. Me quito la camiseta. Y ahí me quedo yo solamente con un sucedáneo de sujetador y  ¿qué llevaba enganchado en los tirantes? Sí mis queridos amigos, unas hombreras y no precisamente pequeñas…

En estas se da la vuelta el médico y me ve allí con esas pintas (reitero, eran los 90 y yo adolescente) se queda con los ojos como platos y de repente se empieza a reír como si no hubiera mañana.

Yo le miré con mi carita de niña buena y sólo pude decir:

– Es que se llevan así

Ahí ni mi madre se aguantaba la risa.

 

Es una época que ahora recuerdo como tierna y al pediatra siempre le tendré mucho cariño porque me ayudó a integrarme en este estilo de vida y en querer llevarlo bien. El tratamiento de la diabetes ha evolucionado mucho, afortunadamente, y en esa época y con los recursos que había, en verdad hizo un gran trabajo conmigo.

Como Galndalf El Gris, me dio un gran poder, en lugar de un anillo para gobernarlos a todos, me dio conocimientos  y confianza para evitar que Sauron (aka diabetes) ganara en esta batalla.

Pero todo tiene su fin y los 14 años llegaron y yo tuve que dejar “la comarca” cual hobbit y adentrarme en un mundo totalmente diferente y enfrentarme a “las dos torres” pero eso es otra historia que en breve tendréis por aquí.

las dos torres el señor de los anillos

Nos leemos entre pinchazos. Besos dulces.


2 comentarios

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